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Crónica interestelar:
El viajero 3I ATLAS, el único automovilista que respeta el Reglamento de Tránsito…
incluso fuera de la galaxia

Por: Marciano Estrella Hunab-Ku, Corresponsal del Espacio Profundo

🚗🌌En estos tiempos donde el caos vial parece expandirse más rápido que el universo mismo, un visitante inesperado y extraño ha dado una lección silenciosa pero brillante. Su nombre técnico es 3I ATLAS, el tercer objeto interestelar detectado; pero bien podría llamarse “El Conductor Perfecto”.


Un viajero cósmico que, con una disciplina ejemplar, recorrió el Sistema Solar demostrando que incluso en la carretera más oscura del universo se puede —y se debe— conducir con responsabilidad, precaución, respeto y cortesía.

Y para rematar, viene pintado de un tono verde cósmico discreto, signo inequívoco de su vocación ambientalista. No como esos camiones de carga que cruzan la Ciudad de México escupiendo humo cada que respiran, o esos microbuses que vienen del Estado de México y que botan vapor, agua, aceite y quién sabe cuántos fluidos más en las calles capitalinas.
No, 3I ATLAS no: un viajero limpio, eficiente, sin goteras ni fugas galácticas.

UNA ENTRADA EJEMPLAR A LA GLORIETA DEL SOL

La historia comienza en la negrura absoluta del espacio interestelar. 3I ATLAS avanza por la carretera más silenciosa del cosmos, y al aproximarse al Sistema Solar —una glorieta gigantesca iluminada por un foco nuclear de 1.4 millones de kilómetros— hace lo que marca la ley: enciende sus luces bajas.

Luego, al notar el incremento gradual de iluminación, activa la direccional derecha, anticipando el giro orbital obligatorio para rodear el Sol. Nada de aventarse como si trajera preferencia. Nada de “yo me meto porque yo soy 3I ATLAS y ustedes no”.
Se mantiene en su carril, respetuoso, sin invadir la ruta de ningún planeta con horarios apretados.

LA NOCHE INTERESTELAR: LUCES ALTAS, PERO CON DECORO

Antes de llegar a la glorieta solar, el viajero verde cruzó incontables kilómetros de oscuridad total. Sin luna, sin faros, sin un triste anuncio de “Próxima salida en 8 mil millones de kilómetros”.
¿Qué hizo?

Lo que cualquier automovilista sensato debería: encender sus luces altas, sólo cuando nadie más podía ser deslumbrado.
Al detectar estrellas cercanas —esas pequeñas luces que para él equivalen a tráfico lejano— apagó las altas automáticamente.

Cortesía pura.
No como ciertos conductores terrestres que creen que las luces altas son armas tácticas contra la humanidad.

LLEGANDO AL SOL: TANTA LUZ QUE ES MEJOR APAGAR LOS FAROS

Extrañados, algunos observadores se preguntan por qué el presunto cometa dejo de verse. Aquí la explicación:

Al entrar al perihelio, la proximidad al Sol era tan intensa que hasta un cometa necesitaba lentes oscuros. Y nuestro visitante verde hizo lo lógico: apagó las luces.
Con el faro solar iluminando más que cualquier patrulla de tránsito, 3I ATLAS se permitió avanzar guiado por el brillo natural del astro rey.
Ajustó su velocidad, mantuvo el carril y evitó irrumpir en la zona de confort gravitacional de Mercurio, que ya de por sí vive estresado por la cercanía con el astro.

LA PARADA EN OSCURIDAD TOTAL: INTERMITENTES REGLAMENTARIAS

Alejándose del Sol, la carretera cósmica volvió a sumirse en su penumbra eterna. Fue entonces cuando 3I ATLAS realizó una pausa técnica.
Nada grave: sólo un reajuste rotacional y una limpieza del polvo interestelar acumulado desde otras galaxias; haciendo tiempo para que sus baterías solares recargaran totalmente su energía.

Por eso, ese reflejo con dirección al sol que causa alarma, al que algunos ingenuos han querido comparar con una “anticola” de los cometas comunes, es solo el brillo de los fotones en dirección de sus páneles solares durante la recarga de batería.  

Ahora bien, como dicta el reglamento:
El 3I ATLAS
encendió sus luces intermitentes para avisar que estaba detenido en plena oscuridad.


Nada de estorbar carriles orbitales ni bloquear el paso de ningún cometa con prisa por llegar al cinturón de Kuiper o a La Nube de Oort.
Un comportamiento que haría llorar de orgullo a cualquier instructor de manejo.

No obstante, algunos mirones del espacio interestelar exigen, a los especialistas de astronomía (léase la NASA, Europa y China), considerar “explicaciones no convencionales” luego de que el misterioso cometa 3I ATLAS sigue expulsando material a una escala tan enorme que un cometa natural no podría soportar sin romperse, pero, reflexionan, el objeto sigue intacto.
 

No alcanzan a comprender que el automovilista cósmico simplemente se detuvo para darle una limpiadita al parabrisas y botar el polvo que obstruía su visión. Totalmente precavido, antes de reiniciar su largo recorrido por la autopista intergaláctica y después de la carga de combustible.

LA SALIDA: DIRECCIONAL DERECHA Y RUMBO AL INFINITO Y MÁS ALLÁ

Una vez terminada su pausa, llegó el momento de tomar la salida hacia la autopista interestelar. El procedimiento fue impecable:

  • Direccional derecha, con anticipación.

  • Incorporación sin obstruir trayectorias.

  • Luces apagadas al cruzar la región de la heliopausa, donde la luz es tan intensa que ya no hay nada que iluminar.

Al final, 3I ATLAS abandonó nuestro vecindario con la misma elegancia ambientalista con la que llegó. Sin contaminar, sin deslumbrar, sin espantar fotones, sin derramar fluidos —a diferencia de muchos vehículos de carga que cruzan el Eje Tres en hora pico.

EL MENSAJE QUE NOS DEJARÁ

Después de su visita, quedará una enseñanza luminosa flotando en la memoria del sistema solar y que todos los astrónomos e investigadores espaciales esperaban que aprendiéramos, luego de paso de semejante armatoste galáctico por nuestras autopistas planetarias:

No hace falta ser de esta galaxia para conducir bien.
Lo difícil es ser terrícola y aplicar las normas reglamentarias.

Si todos manejaran como este objeto verde, disciplinado y cortés:

  • No habría choques en glorietas.

  • Las direccionales dejarían de ser mitos prehispánicos.

  • Las luces altas volverían a ser herramientas, no amenazas.

  • Y la noche en carretera sería tan segura como navegar entre estrellas.

Quizá algún día los automovilistas de la Tierra entiendan que hasta un objeto intergaláctico —que ni es de aquí, ni habla nuestro idioma, ni trae licencia— respeta mejor el reglamento que muchos humanos.

Y aún así, 3I ATLAS se fue sin presumir.
Porque los buenos conductores nunca hacen ruido, ni humo, ni fugas, ni caos.

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